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¡Oh Dios! que llenas los corazones de los fieles y enciendes en ellos el fuego de tu amor, haz que yo sepa iluminar para que otros vayan por los caminos de la fe y del amor.
Mi alma vale lo que vale mi oración, Señor no te canses de enseñarme a orar.
Amado Padre del cielo infinito, ampáranos, el mal nos rodea y pretende robarnos la alegría. A tú voluntad de Amor total nos entregamos.
La Eucaristía nos fortalece. Hemos de situarla en  el centro de nuestra vida.
Que busquemos a Cristo, que encontremos a Cristo, que amemos a Cristo y sea nuestra centralidad.
Te pido Señor que me ayudes a entender el Evangelio, que me habla de Ti.
Fruto de la fe del divino maestro ardo es deseos de quererle más.