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Mostrando entradas de julio, 2020

En el Santo Rosario, tres nuevas letanías a la Virgen

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La Virgen Santísima es la cristiana más querida por Dios en aquel momento en que fue elegida para la santa Encarnación de su Hijo único y unigénito. La Virgen supo corresponder siempre. Hemos de aprender a querer a la Virgen, y para ello hemos de darle la llave de nuestro corazón. A la Virgen se le pidió mucho y muy fuerte, y se le dio mucho. Supo estar en todo momento con Jesús, incluso al pie de la Cruz. Para dialogar con Ella, hemos de rezar el Santo Rosario. Con el rezo de las avemarías continuas nos acercamos a su Hijo, el Amado. Realmente es un arma poderosa. San Juan Pablo II decía que el rezo del rosario “Es un coloquio confidencial con la Virgen, entre Ella y yo, y queda entre nosotros”. San Juan Pablo II, en el texto Rosari Virginis del año 2002, añadió los misterios de la Luz y dos jaculatorias, Madre de la Iglesia y Madre de la Familia. Recientemente el santo padre Francisco ha añadido tres nuevas letanías: Madre de la Misericordia, Madre de la Esperanza

Con Cristo, la carga del devenir es más ligera

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Seguir a Cristo, nuestro modelo verdadero, ni modas ni cantantes, ni falsos profetas ni políticos de pro, sólo Él es el camino. Nos dice “Mi yugo es llevadero y mi carga ligera”. Se ha encarnado para que conociéramos al Padre. Ha venido a salvarnos, se abajó para aliviarnos en nuestros cansancios y agobios, “Y yo os daré la paz”. El Evangelio también hace referencia al cansancio interior, fruto de ese pecado capital y, muy común, de la soberbia, motivo por el cual nos alejamos de Dios porque nos creemos superiores a los demás, y lo peor, superior a Dios.  “Aprended de mi que soy manso y humilde de corazón”.