Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo. Las Témporas
El relato de la Creación del mundo que podemos leer en el Primer libro de la Biblia, llamado Génesis, nos explica a modo humano como surge de la Nada, de las manos de Dios, el mundo que conocemos y que en nada se contrapone al Bing Bang ni a otras propuestas científicas del nacimiento del universo, pues fe y razón, o razón y fe, para que sean certeras han de ir juntas.
El caso es que,
en esos primeros puntos, el autor que lo escribió por revelación divina,
distingue el paso de los días, de la mañana y la noche, del día y de la tarde,
y viendo que era bueno, descansó. Es decir, Dios no solo creó la
naturaleza en toda su extensión, al hombre y a la mujer, sino que también creó
el tiempo, el paso de las horas, de los minutos. Y el ser humano se ha
adaptado a ese tiempo viendo las estrellas, la naturaleza, y poniendo nombre a
esos cambios en la temperatura, en los vientos, las lluvias y las nieves que los
ha llamado estaciones.
En nuestra era,
la que contamos desde el nacimiento de Jesús hasta nuestro tiempo, la Iglesia
Universal ha propuesto diferentes maneras de celebrar estos cambios naturales
de las estaciones, y lo ha hecho celebrando LAS TÉMPORAS dando gracias a Dios
por todo lo acontecido. Años atrás, se celebraban misas en los cuatro solsticios.
Ahora se celebra solo una témpora que coincide con el final del verano y el
principio del otoño, cuando todo está cosechado y se deja el campo tranquilo
para que la tierra se prepare para la próxima siembra. La Industria Primaria
sigue siendo importante en la vida de todos.
En este 2024, las Témporas de petición y de acción de gracias a Dios se celebró el pasado sábado 5 de octubre. Y mientras la tierra descansa y los animales se retiran a los establos, se inician los cursos de los colegios, las universidades y otros centros de estudios, las parroquias emprenden sus trabajos pastorales, las empresas apuran sus trabajos para acabar el año y ya se preparan los nuevos proyectos para el año que viene, y así todos y todo sigue su curso en el tiempo. Pues el Señor es el amo del tiempo.
Siempre hemos
de dar gracias a Dios por todo lo bueno y por aquello que creemos que no lo es
tanto.
Para ilustrar
lo comentado cito el punto 3 del Libro Sapiencial Eclesiastés que dice:
Todo tiene
su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo: 2Tiempo de nacer, tiempo de
morir; | tiempo de plantar, tiempo de arrancar; 3tiempo de matar, tiempo de
sanar; | tiempo de destruir, tiempo de construir; 4tiempo de llorar, tiempo de
reír; | tiempo de hacer duelo, tiempo de bailar; 5tiempo de arrojar piedras,
tiempo de recogerlas; | tiempo de abrazar, tiempo de desprenderse; 6tiempo de
buscar, tiempo de perder; | tiempo de guardar, tiempo de arrojar; 7tiempo de
rasgar, tiempo de coser; | tiempo de callar, tiempo de hablar; 8tiempo de amar,
tiempo de odiar; | tiempo de guerra, tiempo de paz.
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