El arte de la oración
En una ocasión, san Juan Pablo II nos confiaba: « Si el cristianismo ha de distinguirse en nuestro tiempo, sobre todo, por el arte de la oración, ¿Cómo no sentir una renovada necesidad de estar largos ratos en conversación espiritual, en adoración silenciosa, en actitud de amor, ante Cristo presente en el Santísimo Sacramento? ¡Cuántas veces, mis queridos hermanos y hermanas, he hecho esta experiencia y en ella he encontrado fuerza, consuelo y apoyo!». Seguramente, todos nosotros buscamos y queremos amar a Dios Padre con todas nuestras fuerzas. De ahí que procuremos ejercitarnos en el arte de la oración. Para ello, necesitaremos poner en acto las potencias del alma: la inteligencia y la voluntad, la memoria, la imaginación y los sentimientos. El Señor se sirve de ellas como cauces para entrar en diálogo con nosotros. Por experiencia sabemos que no hay dos ratos de oración iguales. Es posible que alguna vez hayamos intentado encontrar un método para que nuestra oración sea más fluid