En el Santo Rosario, tres nuevas letanías a la Virgen
La
Virgen Santísima es la cristiana más querida por Dios en aquel momento en que
fue elegida para la santa Encarnación de su Hijo único y unigénito. La Virgen
supo corresponder siempre. Hemos de aprender a querer a la Virgen, y para ello
hemos de darle la llave de nuestro corazón.
A
la Virgen se le pidió mucho y muy fuerte, y se le dio mucho. Supo estar en todo
momento con Jesús, incluso al pie de la Cruz.
Para
dialogar con Ella, hemos de rezar el Santo Rosario. Con el rezo de las avemarías
continuas nos acercamos a su Hijo, el Amado. Realmente es un arma poderosa. San
Juan Pablo II decía que el rezo del rosario “Es un coloquio confidencial con
la Virgen, entre Ella y yo, y queda entre nosotros”.
San
Juan Pablo II, en el texto Rosari Virginis del año 2002, añadió los
misterios de la Luz y dos jaculatorias, Madre de la Iglesia y Madre de la Familia.
Recientemente el santo padre Francisco ha añadido tres nuevas letanías: Madre
de la Misericordia, Madre de la Esperanza y Consoladora de los Migrantes.
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