Ciento por uno

 Aquí no hay un cielo en la tierra, eso casi nunca, salvo en aquellos momentos en que nos sumamos al deleite de la Eucaristía que se alarga hasta la siguiente, si ponemos de nuestra parte. Cuando me levanto por la mañana y pienso qué mal está el mundo, es mejor pensar qué puedo hacer hoy de bien. 
Mi fruto, rico y sabroso, al gusto de Dios, ha de comenzar a mi alrededor, aunque sea pequeño, mi hogar, mi familia, pero puedo ampliarlo y pensar que puedo dar hasta el ciento por uno, como nos dice el Evangelio. Y retengo de la homilía: ¡Desatascar el oído para oír en el interior, en tu alma!

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