La conversión constante
La
fe de los labios, la fe de los demonios, se instaura en las personas que se autoproclaman
cristianas sin serlo, pues la perspectiva de su camino no es Cristo sino quedar
bien, cumplir unas normas, y decirse así mismos que son personas buenas, y que
no hace falta nada más.
Ciertamente
somos vulnerables y caemos en tentaciones y debilidades humanas, esto es
natural porque nacimos heridos. Por eso desde los ambones los sacerdotes en sus
homilías nos invitan a convertirnos cada día, pues con nuestros decaimientos
vamos de ala, es decir, quedas fuera.
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