Las jaculatorias nos ayudan a tener Presencia de Dios

 En tiempo de vacaciones, estemos donde estemos, no debemos perder el hilo de conexión con el amor de Dios. Sigamos con nuestras lecturas del Evangelio o un libro espiritual o de historia de la Iglesia  y sus instituciones. Busquemos los días y horarios de la misa en el lugar más cercano, y durante el día podemos brotar de nuestro corazón muchas jaculatorias.

Pero ¿Qué son las jaculatorias? Son frases cortas, exclamaciones o plegarias que el amor y la confianza del cristiano le envía, como pequeñas flechas o saetas, al Señor, a la Santísima Virgen o a los Santos.

La jaculatoria está compuesta por una frase corta: por ejemplo Tú eres, oh Dios, mi fortaleza; Ruega por nosotros Santa Madre de Dios o por un pequeño verso, un poema en miniatura: ! Oh María madre mía! Sé mi guía noche y día.

El beato Álvaro del Portillo y San Josemaría Escrivá decían mucho Tuyo soy, para ti nací ¿Qué quieres Jesús de mí? que provenía de una oración larga de Santa Teresa de Jesús de Ávila dedicada a Su Majestad (Jesucristo) de la que cito un extracto:


Tuya soy, para Vos nací,

¿Qué mandas hacer de mí?

Soberana Majestad,

eterna sabiduría,

bondad buena al alma mía;

Dios alteza, un ser, bondad,

la gran vileza mira

que hoy te canta mi amor así:

¿Qué mandas hacer de mí?

 Para apoyar la oración en ciertas circunstancias, el fundador del Opus Dei recomendaba en el punto 92 de Camino:  Cuando no sepas ir adelante, cuando sientas que te apagas, si no puedes echar en el fuego troncos olorosos echa las ramas y la hojarasca de pequeñas oraciones vocales, de jaculatorias, que siguen alimentando la hoguera.

¿Y qué circunstancias pueden ser? En los contratiempos, al salir de casa, cuando nos olvidemos de algo y tengamos que regresar o repetir lo que estábamos haciendo, cuando esperamos un transporte público, cuando hablamos con esa amiga o familiar muy pesada que no te deja hablar, cuando tienes un momento de angustias, y en muchas situaciones más.

Las formulaciones, es decir, aquellos textos ya escritos por otros son más recurrentes, sin embargo, podemos elevar nuestra alma con la frase que queramos, dando gracias, dirigiendo alabanzas, pidiendo perdón.

Recurrir a los salmos es una buena solución. Por ejemplo, el versículo que se repite del salmo de la misa del día. Recientemente hemos leído o escuchado:

Señor, tú me sondeas y me conoces.

Señor, me has escogido portentosamente.

El Señor me ha librado de todas mis ansias.

Y a la Virgen:

Oh Señora Mía Oh Madre Mía

Bendita sea tu pureza

No me dejes Madre Mía

También cualquier frase de la oración Alma de Cristo como por ejemplo, Alma de Cristo santifícame.

Señor, os amo con todo mi corazón

Perdón, gracias, ayúdame más

O sencillamente Señor, aquí estoy, soy tal y le dices algo bonito que salga de tu corazón.

Y en estos días de vacaciones cuando veas o escuches ofensas a Dios, Señor crea en ellos un corazón puro.

Comentarios