Misterio de luz y de caridad
El mes de octubre, como muy bien sabemos todos, es el mes del Rosario, esta oración tan bonita y tan recomendada no sólo por muchos Papas sino sobre todo por la Virgen Santísima. Es una oración muy agradable a la Virgen María a quien acudimos con piedad y confianza filial. Además, como nos recordó el Papa San Juan Pablo II, es una oración Cristocéntrica, es decir, que nos introduce en los misterios del Hijo de Dios hecho hombre, ayudándonos a revivirlos y a contemplarlos, lo cual facilita nuestro deseo y esfuerzo en imitarle e identificarnos con Él.
El quinto misterio de Luz nos invita a
considerar el momento de la institución de la Eucaristía, del que ya se habló
en la editorial del mes pasado. Ahora quería reflexionar brevemente en la
Eucaristía como misterio de luz y sacramento de caridad.
Efectivamente, la Eucaristía nos
introduce en el misterio de Dios encarnado y que se entrega por nosotros. Al
dejarnos este sacramento. Cristo se ha quedado Él mismo con nosotros,
iluminando toda nuestra vida terrenal y mostrándonos con claridad el camino
hacia la vida eterna, Él mismo con su Pasión, muerte y resurrección. Cuando
participamos con fe, piedad y devoción en la Santa Misa descubrimos el valor
inmenso que es tenerlo con nosotros. Se ilumina nuestro entendimiento y
entendemos que la Eucaristía, que Él, es el verdadero camino del hombre en la
tierra, por eso el cristiano vive de la Eucaristía.
Es fácil darnos cuenta, entonces, que
estamos ante el misterio del Amor de Dios por nosotros, ante el gran sacramento
de la Caridad. Todo un Dios que viene a nuestro encuentro, que derrocha su
gracia sobre nosotros y su Iglesia, que nos rescata y nos eleva a la vida
sobrenatural. Dejémonos empapar del Amor de Dios viviendo la Santa Misa con
gran amor, respeto y fervor y así poder llevar ese amor a los demás. Si rezamos
bien el rosario nos será más fácil entrar en este misterio de luz y amor.
Mn. Xavier Argelich Casals
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